Segunda Reflexión: Características y Formación de los Facilitadores
Autor: Carlos Monsalvo.
Para Adams (1977), Knoles (1980) y García (2001) el tutor, facilitador, formador o profesor, tiene como único significado: responsable de orientar, promover, cooperar con los procesos de aprendizaje presénciales y no presénciales.
Desde mi punto de vista el facilitador de adultos denominado así, para unificar criterios. Debe tener una formación de los principios andragógicos para que comprenda y oriente los aprendizajes tomando en cuenta las necesidades del participante su ritmo, necesidades, motivaciones para que respete sus criterios y comparte con él, el descubrimiento y la construcción del conocimiento. Los adultos son gregarios, por lo tanto el facilitador reconocerá a los participantes de su curso como parte de su equipo.
Desde los apuntes de Barras (2006), expresa que el facilitador tiene que reconocer al adulto en sus características biopsicosociales y a su vez tiene que mostrarse como un aprendiz del proceso que inician juntos, es decir que no exista separación entre el facilitador y el participante, ya que ambos son responsables de ese proceso, aunque el conocimiento y la experiencia, esté centrada en el participante, ambos la construyen, el facilitador ofreciendo y compartiendo sus estrategias y el participante negociandolas y ejecutándolas.
A partir de algunas opiniones de los estudiantes de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, Núcleo Aragua pude constatar que los facilitadores de la modalidad a distancia son los mismos de los cursos presenciales y que trabajan con una concepción educativa tradicional, entendida como que el facilitador es el que sabe y los participantes no y por lo tanto el ofrecerá su conocimiento para que los otros aprendan.
Por último desde la educación a distancia con su carácter inherente de la concepción andragógica los facilitadores asumirán el reto de orientar a los aprendizajes desde lo afectivo, la negociación y el intercambio mutuo. Con la finalidad de que los dos salgan airoso del proceso de aprendizaje que se comprometieron.
A manera de conclusión, no creo que la educación a distancia, se sustente con el uso de las tecnologías de información y comunicación, sólo son un apoyo para intentar estrechar la brecha de distancia geográfica entre el facilitador y el participante. Le corresponde al facilitador experimentado establecer desde la negociación las vías para que el participante descubra y construya el conocimiento, tomando como referencia su experiencia y su contexto de actuación.
Para Adams (1977), Knoles (1980) y García (2001) el tutor, facilitador, formador o profesor, tiene como único significado: responsable de orientar, promover, cooperar con los procesos de aprendizaje presénciales y no presénciales.
Desde mi punto de vista el facilitador de adultos denominado así, para unificar criterios. Debe tener una formación de los principios andragógicos para que comprenda y oriente los aprendizajes tomando en cuenta las necesidades del participante su ritmo, necesidades, motivaciones para que respete sus criterios y comparte con él, el descubrimiento y la construcción del conocimiento. Los adultos son gregarios, por lo tanto el facilitador reconocerá a los participantes de su curso como parte de su equipo.
Desde los apuntes de Barras (2006), expresa que el facilitador tiene que reconocer al adulto en sus características biopsicosociales y a su vez tiene que mostrarse como un aprendiz del proceso que inician juntos, es decir que no exista separación entre el facilitador y el participante, ya que ambos son responsables de ese proceso, aunque el conocimiento y la experiencia, esté centrada en el participante, ambos la construyen, el facilitador ofreciendo y compartiendo sus estrategias y el participante negociandolas y ejecutándolas.
A partir de algunas opiniones de los estudiantes de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, Núcleo Aragua pude constatar que los facilitadores de la modalidad a distancia son los mismos de los cursos presenciales y que trabajan con una concepción educativa tradicional, entendida como que el facilitador es el que sabe y los participantes no y por lo tanto el ofrecerá su conocimiento para que los otros aprendan.
Por último desde la educación a distancia con su carácter inherente de la concepción andragógica los facilitadores asumirán el reto de orientar a los aprendizajes desde lo afectivo, la negociación y el intercambio mutuo. Con la finalidad de que los dos salgan airoso del proceso de aprendizaje que se comprometieron.
A manera de conclusión, no creo que la educación a distancia, se sustente con el uso de las tecnologías de información y comunicación, sólo son un apoyo para intentar estrechar la brecha de distancia geográfica entre el facilitador y el participante. Le corresponde al facilitador experimentado establecer desde la negociación las vías para que el participante descubra y construya el conocimiento, tomando como referencia su experiencia y su contexto de actuación.
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